Uno de los más grandes negocios de los cultivadores del grano lo encontraron en los cultivos de sus propias fincas.
Las cualidades únicas del sabor, aroma, lo mismo que la producción limpia y el cuidado del medio ambiente que dan los cultivadores a su producción, han hecho que los cafés especiales hayan cautivado el gusto de los consumidores de todo el mundo.
Esto se refleja en el crecimiento de las exportaciones de este tipo de cafés, cifra que pasó de 200.000 sacos de 70 kilos en el 2002 a 700.000 durante el 2006, que representa un crecimiento del 250 por ciento en los últimos cuatro años.
En cuanto a los ingresos de estos cafés con valor agregado pasó de 9,1 millones a 12,9 millones de dólares en el mismo lapso de tiempo, un incremento del 42 por ciento.
Tal ha sido su creciente importancia en el mercado mundial que 50 productores colombianos del grano participarán la semana entrante, del 4 al 7 de mayo, en la XIX feria de la Asociación de Cafés Especiales de Norteamérica, certamen que se realizará en Long Beach, California, donde asistirán unas 10.000 personas, amantes de los cafés especiales, que buscan negocios con los expositores.
Juan Valdez, el ícono del café colombiano, también estará allí atendiendo el stand que tendrá el gremio cafetero.
En general, el concepto de un café especial es aquel que se destaca por el sabor y el aroma, lo mismo que por su sistema de producción, amigable con el medio ambiente, aspectos que reconocen los compradores y por los que están dispuestos a pagar un sobreprecio; incluso, por pujar en las xx subastas de cafés especiales que se han organizado en Colombia.
Lo anterior quedó demostrado en la última subasta, realizada el pasado x de abril, jornada en la que se pagaron 19,2 dólares por libra de un café especial producido por Ricaurte Hernández Castillo, en el municipio de Suaza, Huila. Esta, sin duda, ha sido la cotización más alta pagada por un café colombiano en toda su historia.
De otra parte, no basta que un café se le denomine especial por ser diferente a todos los demás, pues para ello, la Federación ha organizado tres categorías: sostenibles, de origen y de preparación.
Los primeros merecen esta clasificación de acuerdo con los cuidados que los productores dan al medio ambiente, y la equidad económica y el bienestar social que recibe la comunidad cafetera que los produce.
Estos cafés, actualmente, se someten a procesos de certificación (ver recuadro) para que al consumidor le llegue el producto que dice ser en el empaque.
También tienen una clasificación a su interior: orgánicos, amigables con el medio ambiente y con contenido social; los primeros, cultivados bajo este sistema de producción; los segundos, cosechados sin atentar contra el medio ambiente, y, los de contenido social, propenden por una mejor calidad de vida de las familias cafeteras.
Los de origen son los más exclusivos, ya que se trata de cafés con cualidades únicas de sabor y aroma, tanto, que se venden sin ser mezclados con otros e, incluso, con marcas propias.
A su vez, estos se dividen en regionales, exóticos y de finca, gracias a que cumplen con controles de calidad.
Por su parte, los de preparación tienen como fortaleza la apariencia especial de los granos, bien sea por su tamaño y forma, que los hace apetecidos y, al igual que las anteriores categorías, éstos se dividen en caracol, supremo y selecto; el primero, granos en forma de caracol, los segundos se escogen de acuerdo con el tamaño y, la tercera clasificación, obedece a exigencias particulares de los tostadores.
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