El colombiano Rubén Castaño está satisfecho con su trabajo en el diseño del ultradelgado RAZR2। Su padre quería que fuera odontólogo.
Hay un objeto que Rubén Castaño, un bogotano de 34 años, siempre lleva consigo cuando se muda de casa: el panel de control de su primera lavadora Whirlpool.
No porque sea apasionado por estas máquinas, sino porque fue el primer electrodoméstico que diseñó para la famosa marca, cuando hacía sus pinos como diseñador industrial en Italia.
"Es el primer pedazo del primer molde de esa lavadora. Fue emocionante ver salir la primera parte. La firmamos todos los que participamos", dice con voz suave y pausada, que lo hace parecer tímido.
Esa lavadora fue el comienzo de una carrera que lo lanzó, tiempo más tarde, a uno de los mundos más veloces, cambiantes y competitivos: el de las comunicaciones y los teléfonos móviles.
Hoy es el director del equipo creativo y de desarrollo de productos de Motorola en el estudio de Chicago (hay en Londres, Brasil, Singapur y otro más en E.U.). Por él han pasado los diseños de varios de los más insignes teléfonos de la marca: los RZIR, KRZR y el Motofone F3, que fue su celular de bautizo.
Físicamente es, por describirlo de la manera en que le gustan los objetos en los que trabaja, compacto y sin fisuras. Con chaqueta, jeans y sin corbata, no sobresale entre sus colegas y ejecutivos que asistieron esta semana al lanzamiento de la nuevas joyas de Motorola: el elegante, sofisticado y ultradelgado RAZR2, los productos para aficionados a la música ROKR y el multifuncional Moto Q, con el que van a competir con los BlackBerry.
A Chicago vía Italia
"Creo que he sido un fanático del diseño. Era afiebrado por los aparatos electrónicos, desde un computador hasta un equipo de sonido. Me gustaba saber cómo funcionaban, ver programas de tecnología y hacer cosas con las manos".
Así que no le fue difícil 'contradecir' a su padre, que quería que fuera odontólogo, y matricularse en la Javeriana en diseño industrial. "Por ser uno de los mejores estudiantes lo escogieron para una pasantía de seis meses en Whirlpool, en Italia", cuenta la mamá, María Turrini.
"Esa lavadora con la que empecé la diseñé de principio a fin. El proyecto tomó dos años y al final estaba a cargo de toda la plataforma", recuerda Castaño.
Para entonces era tan apreciado que, aparte del contrato, le permitieron terminar la carrera en el Instituto Europeo de Diseño, en Milán.
'Hello Moto...'
La mamá asegura que es estricto, cumplido y que cuando compra algo, hasta una de las ollas con las que hace comida italiana -afición de toda la vida- se fija mucho en el diseño. "Tiene que ser todo perfecto o no le sirve", dice ella.
Ese estilo meticuloso lo aplica a su trabajo. Llega a las 7 a.m. y cada día se reúne con los responsables del grupo de diseño para ver hacia dónde van los proyectos", dice.
En realidad, su trabajo empieza desde antes. Cuando va en el tren hacia la oficina aprovecha para hacer bocetos en un cuaderno o para ver cómo la gente usa los teléfonos.
"Es obvio que hacemos estudios, pero las fuentes más grandes de inspiración son nuestros escrutinios -explica Castaño-. Viene de observar cómo las personas usan un producto, cómo se adaptan a él, si cambian la luz, cómo reaccionan cuando reciben una llamada o toman una foto. Uno siempre lo esta haciendo. Se vuelve una costumbre observar y preguntarse qué oportunidad hay para mejorar".
En el día debe comunicarse con proveedores, ingenieros y hasta gente de mercadeo. Es un oficio de enlazar distintas personas con su grupo.
Para eso no usa un celular, sino decenas: "En la compañía tomamos cualquier modelo y lo llevamos para probarlo durante dos o tres días. También utilizamos los de otras marcas para evaluarlos, pero, uno que sea mío, no sé si tengo, creo que uno o, tal vez, dos", dice.
A Castaño se le nota que disfruta trabajar con tecnología de punta: "Es muy bueno un entorno así -dice-. El RAZR2, por ejemplo, tiene aplicaciones de aeronáutica y de relojería. Fue necesario saber qué pasaba con la cultura en Berlín o en Japón.
Luego hay que hacer una propuesta de diseño y alinear a las personas de otras áreas con lenguajes diferentes porque todos nos miran como diciendo '¡bueno qué otro producto sigue!'"
Aún así, y entre viajes a los otros estudios de diseño en el mundo, tiene tiempo para otra vida. La de la casa, con su esposa arquitecta, para hacer lo que todos los mortales hacen, como lavar un carro el domingo y escuchar música mientras lo hace, no en uno de los ROKR, que él diseña, sino en su viejo
walkman de casete.
"Me siento muy bien siendo colombiano. También afortunado, porque es fantástico hacer parte de un equipo que diseña un artículo así", afirma.
DIEGO GUERRERO
REDACTOR DE EL TIEMPO
SÃO PAULO (BRASIL)
* CON INVITACIÓN DE MOTOROLA.
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