Que Chévere ser colombiano...


Por Fernán Martinez Mahecha

Cada vez que menciono que soy colombiano, los ojos de los presentes, se soplan como sapo en celo, mientras me miran con sospecha.

Si lo digo en un aereopuerto, me revisan una y otra vez mis maletas, me decomisan los encargos de la abuela, me preguntan por la caída de los narcos, quieren saber si van a extraditar a los Orejuela, y aún se atreven a preguntarme por “el patrón”, como si se les hubiese olvidado que van a hacer varios años que le dieron de baja en un tejado de Medellín.

También me preguntan si es verdad que en los solares de las casas hay sembrados de amapola y marihuana.

Recién llegado a este país me daba mucha rabia. Pero ahora, antes de enojarme pienso de los problemas que tiene el país de donde viene el ofensor...

De tal manera, que si son estadounidenses, no les pregunto por el famoso alcalde de Washington, Marion Barry, arrestado por el FBI mientras se tupía la nariz, ni por el coronel Oliver North- el de los canjes de cocaína por armas para los contras nicaraguenses- naturalmente, con el consentimiento del pacífco presidente Ronald Reagan.

Si son brasileros, no les hablo del SIDA que abunda en su país. Si son de Argentina, ché! ni loco y ni pensar en comentar los rollos de Carlitos Menen, y menos del vicioso de Maradona (y otros Futbolistas), su confesión de drogadicto empedernido, y sus fenomenales despedidas.

Chico! Si son cubanos, prefiero evadir el eterno, agobiante, trillado tema Castro. Los de acá dicen que es un tirano y los de allá aseguran que es un bacano!

Si son los vecinos mexicanos, ni modo de platicarles del ex-presidente Carlos Asaltinas de Gastari y su ejemplar familia, disfrutando hoy de su bien tumbada fortuna.

Si de Panamá son oriundos, no les amargo el rato recordándoles las payasadas del General Noriega, hoy tras las rejas.

Si son alemanes, mucho me cuido de no mencionarles al bárbaro Hitler y sus despiadados holocaustos.

Bueno, como ven, así podría citar al resto del mundo, porque como reza el dicho popular, en todas partes se cuecen habas.

Jesús diría: Quien esté libre de culpa, que arroje la primera piedra. Además cada país vive su propia angustia.

Todas las naciones tienen su historia y no por ello, sus ciudadanos tienen que arrastrar con esas cadenas... con las secuelas de su escoria.

Por esta razón cuando se refieren despectivamente a Colombia por aquello del “narcotráfico”, comienzo a hablarles de los 42 millones de sus habitantes honrados y echados para adelante, que sueñan con tener una patria libre y soberana.

De los grandes y famosos, les menciono nuestro premio nobel de literatura Gabriel García Márquez; les hablo también de los maestros Degreiff, Caballero, Obregon, Negret, Gordillo, Moralez, Ramirez, Grau, de Fernando Botero y sus gorditas que engalanan museos Europeos o que cotizan sofisticadas mansiones de ricos y famosos. Y claro, no olvido a la talentosa Shakira, que ha hecho con 2 discos, lo que cientos de grupos mejicanos no han podido hacer en años, sacar la cara por el rock en español.

Cuando aún no he terminado de enumerarles las cosas buenas que tiene ese país maravilloso, no sólo por sus riquezas naturales, si no por la calidad humana de sus gentes, mis nerviosos interlocutores extranjeros se van tranquilizando y hasta les dá por invitarme a sus casas, claro está, ya sin observarme como bicho raro.

Si después de todo, persiste la duda y el recelo contra la palabra colombiano, les hago hincapié en cosas más sencillas como por ejemplo, que en Colombia crece la fauna y flora más exótica del mundo entero, que corren ríos de aguas cristalinas surcando tres cordilleras, que las frutas huelen y saben a frutas, los pollos a pollo, y la leche a leche.

Les aseguro que si alguien abre un hueco, lo más probable es que halle una esmeralda, una veta de oro, un pozo de petróleo; é inclusive, una vasija de barro repleta de joyas, enterrada por los primeros colombianos, 500 o 600 años atrás.

Hay quienes suponen que exagero cuando afirmo que en Colombia existen más mujeres hermosas por kilómetro cuadrado que en el resto del planeta. Que los colombianos cuentan con el sistema democrático más antiguo del continente americano. Que los campesinos silban y cantan alegres mientras llenan sus canastas de pepitas rojas, las mismas que en USA las llaman “Colombian Coffe”. Les cuesta creer que los compositores y los poetas se dan silvestres como el maracuyá. Que el aire está preñado de bellos ritmos que engendran igualmente cumbias, porros, vallenatos, bambucos y torbellinos. ¡Si nó que le pregunten a Carlos Vives!

Entonces, después de oir tantas cosas bonitas juntas, se olvidan de los narcotraficantes y su terrorismo; de los paramilitares y sus matanzas, de los secuestradores y su facismo. Y cuando ven en la televisión y los periódicos imagenes de ese pedacito malo de Colombia, rápido se recuerdan que el 99% de su gente es pulcra, honrada, que todavía hay estudiosos Patarroyos, Llinases, Y Buendias. Que todavía hay galanes caballeros que dan serenatas y envian flores a sus enamoradas. ¡En ese momento se dan cuenta de que todo lo malo que está trascurriendo en la bella Colombia, es pasajero!

Por eso compatriota, cada dia debemos estar más orgullosos de nuestra tierra, de nuestra herencia, pero sobre todo, del mejor regalo de nuestras vidas, haber nacido en Colombia.

¿Te sientes mejor despues de leer a este chibchombiano alborotao ?.... qué lindo saber que hay gente que mantiene viva la fe y el amor por su terruño y no deja que nada ni nadie opaque el orgullo que se siente en ser colombiano.

Repartamos este mensaje de fuerza y esperanza, para que la gente se de cuenta de que no todo es malo, para que el mismo colombiano pueda concentrarse en las cosas lindas de su país, y sentirse orgulloso de hacer patria alrededor del mundo