En defensa de Juan Valdez

Juan Valdez, figura simbólica del café colombiano, sigue siendo presa de quienes buscan aprovechar ilegalmente su reconocimiento mundial. El más reciente caso ocurrió en Costa Rica, donde un empresario presentó una insólita demanda contra la Federación de Cafeteros en retaliación por las acciones de esta para impedirle el uso indebido del logotipo. Este es un nuevo atentado contra la propiedad intelectual de 560.000 familias cafeteras colombianas que han invertido millones de dólares para consolidar su emblema. Son muchas las batallas jurídicas que ha librado la Federación en el mundo para frenar a piratas, multinacionales, aventureros y aun personas de buena fe que tratan de apoderarse de este esfuerzo. Hoy enfrenta desafíos en Rusia, China, Oriente Medio, España, Italia, en Internet y hasta en nuestras propias tierras.

La marca Café de Colombia y su personaje símbolo fueron entregados inicialmente en forma gratuita a los tostadores como una marca ingrediente y gracias a ellos la bebida colombiana es reconocida como la mejor del mundo. Pero ahora se ha ido más lejos, al aprovechar los símbolos para crear lealtad entre los consumidores a lo largo de toda la cadena, desde el árbol hasta la taza. Con empresas propias o de la Federación, o licenciando a terceros -como un confeccionista que produce réplicas del uniforme del equipo ciclístico Café de Colombia-, los cafeteros se benefician de los ingresos generados en los eslabones superiores de la cadena y obtienen regalías por la utilización de este patrimonio. El Fondo Nacional del Café recibe 5,4 por ciento de las ventas brutas de las tiendas Juan Valdez, porcentaje equivalente a la utilidad neta típica de un negocio mundial de cafeterías.

El que más de 12 millones de personas hayan pasado por las tiendas Juan Valdez demuestra la vigencia y la fuerza de la marca. Pero esta notoriedad también despierta apetitos perversos. Para que los cafeteros puedan seguir aprovechando sus marcas es indispensable que en nuestro propio suelo no existan dudas. La justicia colombiana debe derrotar, como lo ha hecho antes, las pretensiones de quienes buscan debilitar los títulos de los cafeteros y del Fondo Nacional del Café sobre este patrimonio, pues una señal en contrario desataría una oleada incontenible de usurpadores en todos los rincones del planeta.

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