Un cartagenero salido de una barriada de Cartagena es campeón nacional de surf

Sobre las olas, en una tabla, Howard Andrés Gómez les gana no solo a los niños, sino también a veteranos que lo triplican en edad.

Tiene 9 años y en la costa lo conocen como el niño mimado de las olas. Es Howard Andrés Gómez, que tiene sobre sus hombros seis títulos en ese deporte.

Una mañana llegó a la playa de los surfistas contando que acababa de ver cómo mataron a un hombre cerca de su vivienda, en la barriada El Líbano, en las afueras de la ciudad amurallada.

Para él era una historia más de las que ha vivido o le han contado en su vecindario. Después, se quitó la mochila que llevaba terciada, se deshizo de la camiseta, tomó la tabla y se metió al mar a deslizarse por las olas.

Entre la comunidad de surfistas del país, este niño de tez negra, nativo de la ciénaga de La Virgen y de familia humilde, es todo un personaje. Y por su personalidad impredecible lo apodan 'El chispa'.

El suyo es un caso raro, pues de su barriada no salen todos los días, o casi nunca, campeones de surf. De pronto de boxeo o beisbolistas, pero es una extrañeza encontrar por estas comunidades de la periferia cartagenera a un niño surfista.

Una firma estadounidense que fabrica tablas lo está patrocinando. Él quiere ganar dinero para comprarle una casa a su madre.

Este es un deporte prácticamente reservado para clases acomodadas. La tabla más económica para 'cabalgar' sobre las olas cuesta un millón de pesos.

Buscan ayuda para que estudie

Desde los 3 años, cuando comenzó a mecerse en el oleaje con tablas prestadas, Howard es como el niño genio de las olas en Cartagena. Es un hijo consentido de los vientos y del mar. Sus padres, Howard y Claudia, se ganan la vida atendiendo turistas en las playas de 'Hollywood', en Bocagrande, y aunque el padre también practicó surf, no quiso dedicarse al deporte de forma profesional.

El pequeño, en cambio, sueña con ganar dinero para comprarle una casa a su madre.

Y es arrojado. Hace poco en las playas del Parque Tayrona (en la Sierra Nevada de Santa Marta), donde el fuerte oleaje se la pone difícil hasta a los más expertos surfistas, Howard les ganó a 20 competidores del país. El menor era él y el mayor tenía 24 años.

Los expertos le han visto tanto talento que la marca de E.U. C-Shapes, especializada en fabricación de tablas de surf, empezó a patrocinarlo, dotándolo de los elementos para que siga practicando.

Pero, hay un inconveniente. La condición que exigen es que debe estudiar y que se foguee aquí para después llevarlo a otros países; sin embargo al pequeño las olas y los vientos le atraen tanto que lo han sacado de las aulas.

"Mi mamá dice que tengo que estudiar porque si no, me voy a quedar como Pambelé", cuenta.

Ante la exigencia de la empresa, un grupo de surfistas locales, como Ricardo Álvarez, está buscando recursos entre la comunidad de este deporte, para llevar lo más pronto posible a Howard a la escuela.

"No quiere salir del mar, pero él sabe que sin estudio no puede llegar a ser un grande", le dice Álvarez y Howard se queda callado.
Después reflexiona: "Sí, no quiero que me pase lo que les pasa a los 'pelaos' de mi barrio. Quiero ser un gran campeón".

"No me asustan los mares de leva, ni las olas más bravas, pero las cosas que pasan a veces por mi barrio sí me dan miedo".

VICENTE ARCIERI G.
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
CARTAGENA