Interesante: CONOCIMIENTO DE APELLIDOS

Los apellidos terminados en EZ

Un puntito de educación en el amplísimo campo de la rica gramática de la Lengua Española.
El sufijo EZ al final de los apellidos hispanos proviene de una raíz hebrea sefardí y tiene la connotación de "Hijo de".


Es así como apellidos considerados muy castizamente españoles como Álvarez significa hijo de Álvaro, Enríquez, hijo de Enrico; Rodríguez, hijo de Rodrigo; López, hijo de Lope; González, hijo de Gonzalo; Martínez, hijo de Martín; o Hernández, hijo de Hernando. Solo existe una excepción gramatical a esta regla: Chávez, Hijo de Puta.

Revelan imágenes de un jaguar cazado en la misma zona en donde murió el hipopótamo 'Pepe''




De acuerdo con habitantes de la región que revelaron fotografías del caso, el animal murió a manos de cazadores foráneos que estuvieron en zona rural de Puerto Berrío (Antioquia), Magdalena Medio.

De acuerdo a lo señalado por los denunciantes el animal, cuya cacería está prohibida, murió el 18 de octubre del 2008 en un caserío situado cerca del río Magdalena.

Al parecer, el animal de las imágenes era el tercero sacrificado el año pasado en la misma región donde el 16 de junio pasado una Fundación, con el aval del Ministerio de Medio Ambiente, dio cacería al hipopótamo 'pepe' que se había fugado de la Hacienda Nápoles, en Puerto Triunfo (Antioquia).

Un hipopótamo hembra, que también se fugó, y su cría, han sido vistos entre Antioquia y el sur del Cesar por pescadores que han narrado sus furtivos encuentros con los animales procedentes de una pareja que en los noventas trajo al país el extinto narcotraficante Pablo Escobar.

Los jaguares son considerados especies en vía de extinción y su caza es ilegal, según la ley 599 del 2000 que da prisión de uno a tres años y multa de 20 a 500 salarios mínimos legales mensuales vigentes (desde 9,2 millones hasta 230 millones de pesos).

BUCARAMANGA

FARC Ejército del Pueblo e Insurgente?

EL ATROPELLO AL CORONEL PLAZAS

Todo ocurrió en cuestión de minutos. Son las once de la noche, del 20 de agosto de 2009. En una habitación del Hospital Militar de Bogotá, un hombre de 65 años se dispone a tomar unas pastillas que minutos antes dos enfermeras le han traído. Su esposa vela a su lado. Los otros pacientes del piso duermen. El personal médico trabaja. El silencio es total en el vasto edificio. De repente, el corredor se llena de voces. Una veintena de personas avanza ruidosamente, abre la puerta de la habitación y entra en tropel. Dos mujeres vestidas de negro avanzan, se apoderan de la esposa del enfermo, la tumban violentamente sobre la cama, le colocan los brazos contra la espalda y la inmovilizan. Al mismo tiempo, doce o más hombres vestidos de civil, más dos con delantales blancos y uno con delantal azul, caen sin ningún miramiento sobre el paciente. Este trata de resistir, forcejea, pide ayuda a gritos. Los hombres lo inmovilizan brutalmente, le bajan el pantalón de la pijama, lo pican una y dos veces para inyectarle a la fuerza una substancia y comienzan a amarrarlo con lazos.

El paciente grita, pide ayuda, dice que lo quieren asesinar, maldice a sus agresores. Todo es inútil. Nadie viene a socorrerlo. Sin perder un segundo, los asaltantes terminan de amarrarlo y lo arrastran violentamente hacia la puerta. Los hombres se aferran como pueden a su víctima, transformada ya en una especie de bulto, en cosa inanimada, y la cargan en desorden entre todos. Nadie detiene a la turba. No se sabe cuántos de esos hombres y mujeres van armados. La escena es inaudita. El grupo se lleva a un enfermo contra su voluntad, amarrado, en un acto cobarde, cruel y degradante. Y nadie trata de frenarlos.

Luego de abrirse paso entre algunas enfermeras y pacientes estupefactos quienes, alertados por los gritos, acuden al corredor y asisten a la escena sin reaccionar, el extraño comando llega al ascensor y desaparece.

La persona que acaba de vivir esa atrocidad es el coronel ® Alfonso Plazas Vega. Hasta unos días antes el estaba detenido en la Escuela de Infantería, pues una fiscal, Ángela María Buitrago, había abierto contra él una instrucción contestable y plena de absurdos por los hechos del Palacio de Justicia de 1985. Detenido desde el 16 de julio de 2007, el coronel Plazas había ingresado al Hospital Militar para ser atendido de urgencia. La noticia de que la juez María Stella Jara Gutiérrez había ordenado esta vez trasladarlo por la fuerza a la cárcel de la Picota, donde podría ser asesinado en cualquier momento, lo postró en una angustia terrible que se transformó en depresión nerviosa severa. Tal decisión fue tomada en violación total de las leyes colombianas que exigen, como en todas las democracias, que los militares detenidos sean recluidos en instalaciones militares.

Tirada en un rincón de la habitación durante el forcejeo, la esposa del coronel Plazas se levantó como pudo y buscó el corredor. “Salí enloquecida”, revelará más tarde. “Encontré al personal del hospital, entre enfermeras, médicos y militares, absolutamente petrificados. Parecían maniquís mirándome aterrorizados. Les grité que si mi marido moría ellos también serían culpables. Lloré. Temblaba. Me sentía absolutamente sola, abandonada. Como sentía un fuerte dolor en el pecho me atendieron y me tomaron la tensión. Me colocaron un medicamento debajo de la lengua y me pusieron oxígeno. Finalmente, logré llamar a mi hijo y a mi hermana para que vinieran.”

Lo ocurrido en el Hospital Militar es gravísimo. La forma como llevan la investigación contra Plazas Vega es una aberración, con pruebas falsas contra él y sin que las pruebas presentadas por la defensa sean realmente valoradas. La juez, sin embargo, está obligada por la ley a ser imparcial y a buscar la verdad. ¿Este es el caso? Da la impresión que la juez busca una sola cosa: hundir al inculpado. Esa actitud es ilegal. El juez debe investigar y valorar todo: lo que acusa al acusado y lo que disculpa al acusado. Lo demás es barbarie. La metodología aberrante está siendo aplicada a otros altos militares. Hasta el mismo ministro de Defensa habla de una “guerra jurídica” en curso contra los militares colombianos. Lo ocurrido el jueves pasado es un paso más dentro de una escalada contra el estamento militar. ¿Quién podría abstenerse de pensar que la operación del jueves, en lugar de buscar la verdad, pretende quebrar física y psicológicamente a Plazas Vega y a su familia? Lo ocurrido en el Hospital Militar es una provocación adicional. ¿Qué hay detrás de esa movida de la juez Jara?

La terrible operación de captura y “traslado” a la Picota del coronel Plazas Vega, recuerda los métodos de la URSS de Breznev, con disidentes detenidos y amarrados por policías del KGB y llevados a hospitales especiales para enfermos mentales. Recuerda lo que ocurre hoy en Cuba.

Jamás una arbitrariedad de ese tamaño se había visto en Colombia. En ese acto escabroso no hubo ni una gota de respeto por una persona enferma, recluida en un hospital. Los hospitales y las iglesias son, en los países civilizados, lugares de asilo, que merecen todo el respeto. Sólo los criminales y los terroristas más endurecidos se atreven a violar esos espacios, a secuestrar e incluso a asesinar allí seres humanos, como ha ocurrido en otras ocasiones en Colombia.

En las barbas de todo el mundo, de médicos, enfermeras y vigilantes, un paciente fue sacado violentamente de un hospital. Y en la más grande impunidad. Pues nadie se pregunta si ese acto, aunque haya sido ordenado aparentemente por una juez, es legal o ilegal. Nadie se pregunta (hay que ver el silencio de la prensa) si hubo en ello abuso de poder.

Una operación de esa naturaleza, organizada por especialistas en el golpe de mano, fue protegida por jueces infernales. Uno puede interrogarse si un día serán capaces de hacer lo mismo con un presidente de la República. ¿Era lo que quizás se estaba preparando con la operación Tasmania? Un día, si este tipo de aberraciones no son erradicadas del campo judicial, un juez infernal, con el pretexto de que tiene una orden de un juez ecuatoriano, por ejemplo, puede ir, con una escuadra de matones con patente, a capturar a un héroe, retirado o no, por haber participado en la Operación Fénix.

Hace unos años tal acto, que mezcla intrusión rápida, violencia, neurolépticos y un supuesto aval judicial, era impensable. Hoy no. La crisis de la justicia colombiana es profunda y lo que ocurrió el 20 de agosto muestra que la maquinaria ha enloquecido.

El país tiene que saber los nombres de la gente que instigó, ordenó y realizó esa cobarde operación. Debe conocer los detalles de la misma. El Congreso debería abrir una investigación. Lo que sucede va más allá de los intereses del coronel Alfonso Plazas Vega. Es terriblemente anómalo. Algo muy horrible se está preparando en Colombia. Lo ocurrido es inadmisible y debe ser investigado de manera independiente. La juez María Stella Jara ha ido muy lejos.

Por Eduardo Mackenzie. Especial para Atrabilioso. VIA Facebook

Declaración del Presidente Álvaro Uribe Vélez, desde Calamar, Bolívar

Declaración del Presidente Álvaro Uribe Vélez, desde Calamar, Bolívar



“Permítanme, compatriotas de Calamar, alterar un poco la agenda del tema que nos ocupa, para dar unas reflexiones sobre esta declaración del presidente Chávez.
Presidente Chávez: la verdad, con testigos, es que a usted se le permitió mediar con las Farc, como lo pidió. A usted se le permitió reunirse con las Farc, como lo pidió. A usted se le permitió reunirse con el ELN. A usted se le permitió que Rodrigo Granda se trasladara, de Cuba a Venezuela.

Y como en tantas ocasiones anteriores, las Farc volvieron a mentir, volvieron a incumplir.

La verdad, Presidente Chávez, y la verdad con testigos, es que cuando no hay argumentos y se apela a los insultos, como usted lo hace, se afectan no solamente las relaciones internacionales, sino que, en este caso, usted con sus insultos y su falta de argumentos hiere la dignidad del propio pueblo de Venezuela que usted representa.

La verdad, Presidente Chávez, es que nosotros necesitamos una mediación contra el terrorismo y no legitimadores del terrorismo.

Sus palabras, sus actitudes, dan la impresión de que usted no está interesado en la paz de Colombia, sino en que Colombia sea víctima de un gobierno terrorista de las Farc.

La verdad, Presidente Chávez, la verdad con testigos, como la nuestra, es que nosotros necesitamos que nos ayuden a superar esta tragedia del terrorismo, pero que no se aprovechen de la necesidad del acuerdo humanitario para invocar la ayuda a Colombia y venir a Colombia simplemente a intervenir en ella, para fomentar un proyecto expansionista.

La verdad, Presidente Chávez, es que si usted está fomentando un proyecto expansionista en el Continente, en Colombia ese proyecto no tiene entrada.

La verdad, Presidente Chávez, la verdad con testigos, es que no se puede incendiar el Continente como usted lo hace, hablando un día contra España, al otro día con los Estados Unidos; maltratando un día a México, al siguiente al Perú, en la mañana después a Bolivia. No se puede maltratar al Continente, incendiarlo, como usted lo hace, hablando de imperialismos, cuando usted, basado en su presupuesto, quiere montar un imperio.

La verdad, Presidente Chávez, es que no se puede maltratar la historia, no se puede manchar la memoria de los héroes, desfigurándolos en la demagogia popular, para desorientar a los pueblos.

El General Santander nos dio el ejemplo del apego a la ley. La verdad, Presidente Chávez, es que no se puede burlar la ley, como usted lo hace, tratando de maltratar al General Santander, para sustituir la ley por el capricho personal.

La verdad, Presidente Chávez, la verdad con testigos, es que no se puede desorientar al pueblo interpretando mal el legado del Libertador Bolívar. El Libertador fue integracionista, pero no expansionista. El Libertador dio la independencia a nuestras naciones, pero no les trajo una nueva era de sometimiento. El Libertador no andaba tratando de sacar del territorio americano la dominación europea, para imponer, como usted quiere hacerlo, su propia denominación, basada en el poderío de su presupuesto, al pueblo de Venezuela y al pueblo de Colombia.

La verdad, Presidente Chávez, es que el pueblo de Colombia tiene todo el derecho de derrotar el terrorismo, tiene todo el derecho a aceptar mediaciones, pero no mediaciones que busquen el protagonismo político, el enseñoramiento político del terrorismo.

Me preocupa mucho que usted, afanado por pretensiones electorales, ahora trate de apelar al viejo truco de estimular en Venezuela odio contra Colombia y contra el Gobierno de Colombia, para buscar su favorecimiento electoral.

La verdad, Presidente Chávez, es que los antecedentes de mi Gobierno muestran que en nuestra difícil lucha contra el terrorismo hemos sido respetuosos de todos los Gobiernos y de todos los países del mundo.

Apelo a la reflexión, a la conciencia del pueblo de Venezuela para examinar este tema. Mientras un Gobierno no es capaz de censurar a las Farc, sí censura injustamente al Gobierno de Colombia y la contradicción es que el Gobierno de Colombia, enfrentado a los terroristas, jamás, jamás ha irrespetado al Gobierno de Venezuela ni al pueblo de Venezuela.

La verdad, Presidente Chávez, es que el comunicado de ayer es sustentado por nuestros antecedentes, por nuestros hechos y tiene testigos.

La verdad, Presidente Chávez, es que en cada momento se conocen nuevos elementos. Nuestro Cónsul en los Estados Unidos, que acompañó a la senadora Córdoba (Piedad) a la reunión con uno de los presos pertenecientes a las Farc que por narcotráfico están en cárceles de los Estados Unidos, nuestro Cónsul nos ha informado que la senadora Córdoba habló con el preso de las Farc de política, está bien; de la posibilidad de una constituyente en Colombia, está bien. Todo eso es respetable, así no estemos de acuerdo. Pero la senadora también habló de la necesidad de un Gobierno de transición en Colombia.

La verdad, Presidente Chávez, es que eso nos da el derecho a los colombianos a interpretar que en la mediación, a la cual lo invitó usted la senadora Piedad Córdoba, de acuerdo con las actitudes de la senadora y con estos comentarios, estaba más interesada, esa mediación, en posibilitar un Gobierno con influencia del terrorismo en Colombia, que en ayudarnos a superar la tragedia de los secuestrados y a conseguir la paz.

Desde Calamar (Bolívar), esta región de la Patria hoy tan azotada por las inundaciones, le digo al mundo que pedimos y recibimos ayuda, pero no aceptamos proyectos expansionistas.

Desde Calamar, esta región azotada hoy por las inundaciones, le digo al mundo que aquí hay pobreza y limitaciones, pero hay dignidad.

El dinero se consigue todos los días, así en unas naciones sea más escaso que en otras. Pero la dignidad, el respeto al ser social, el respeto a las libertades individuales, cuando se pierden esos valores es difícil volver a recuperarlos.

Nosotros seguiremos haciendo todos los esfuerzos por derrotar al terrorismo, por recuperar nuestros conciudadanos secuestrados, pero no admitimos que se abuse de nuestra tragedia para darle la razón al terrorismo.

No admitimos que se abuse de nuestra tragedia para venir a incorporar a Colombia a un proyecto expansionista que poco a poco va negando las libertades que con tanta dificultad este Continente ha logrado conquistar”.