La investigación es de la organización Conservación Internacional (CI) y la Unión Mundial de la Naturaleza (UICN).
Por eso, varios de los animales y microorganismos que viven en ellos se incluyeron o están a punto de se registrados en la lista roja de las especies amenazadas, divulgada anualmente por esta última organización.
Dentro de esa gran área, que incluye a Cuba, Haití, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y Panamá, la situación de los 2.900 kilómetros cuadrados de arrecifes de Colombia no es la mejor en las Islas del Rosario (Cartagena); San Andrés y Providencia; los cayos Roncador, Quitasueño y Serrana, y en San Bernardo del Viento.
El Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de Colombia (Invemar) agregó que el ciento por ciento de los arrecifes de estas zonas nacionales están amenazados por causas naturales o de origen humano.
Para la Universidad de los Andes, en esas regiones debería existir al menos un 60 por ciento de corales vivos. Hoy no pasan del 35 por ciento.
Ellos tienen varios enemigos: el más grave es el calentamiento global, que aumentó la temperatura del mar. Ese calor adicional produce en los corales una reacción química que los lleva a expulsar las algas con las que conviven y que les aportan sus colores.
También son destruidos por la onda explosiva de la dinamita usada en jornadas de pesca. Se estima que esta práctica todavía se ejecuta en 70 municipios de la Costa, según el Instituto Nacional de Pesca y Acuicultura (Inpa).
A lo anterior se suman las aguas negras y la basura que cae a los ríos y que llega a las zonas coralinas cuando los caudales desembocan en el mar.
EL TIEMPO conoció el caso de un hombre de Barranquilla al que se le cayó su billetera cuando trató de pasar uno de los arroyos que ponen en jaque a la ciudad cada vez que llueve. Días después, un turista bogotano lo llamó a avisarle que había encontrados sus documentos en un arrecife cercano a la bahía de Gairaca, en Santa Marta.
"Pero el desarrollo urbano y el mismo turismo también son factores de degradación" explicó Alberto Rodríguez, coordinador del Sistema Nacional de Monitoreo de Arrecifes Coralinos en Colombia (Simac), adscrito al Invemar.
Los constructores actúan como verdugos porque extraen los corales para convertirlos en material para la construcción de casas de lujo. Hay artesanos que los compran en el mercado negro para hacer sus obras. En los mares colombianos ya es difícil hallar erizos, corales blandos y los majestuosos corales cuerno de alce y de ciervo.
Ya no se ven cuernos de alce
Los corales cuerno de alce y de ciervo han desaparecido en más de un 80 por ciento en los arrecifes de Colombia. Estos son los animales de su tipo más bellos y apetecidos.
Los denominados 'cerebro' son tal vez los más comunes en los mares colombianos, principalmente en San Andrés y Providencia. Muchos son extraídos para ser usados como decoración.
Proyectos para su conservación
Según Alberto Rodríguez, del Invemar, uno de los mayores logros de la entidad para cuidar los arrecifes ha sido la caracterización de la mayoría de las áreas arrecifales colombianas. En los últimos 10 años se han publicado más de 80 documentos (entre artículos científicos, capítulos en libros o libros) que han permitido hacer un análisis profundo de su problemática.
"Por eso Colombia tiene una de las bases de datos más completas de América tropical sobre arrecifes coralinos, la cual será clave para el entendimiento de su dinámica temporal y para que se tomen las decisiones que promuevan la conservación de su biodiversidad con el debido respaldo científico", explicó Rodríguez. Algunas de estas investigaciones se han hecho con el apoyo de Colciencias
Hoy, por cuenta del Simac hay estaciones de seguimiento en cuatro áreas arrecifales (seis en el Caribe y tres en el Pacífico). Eso ha permitido establecer una red de áreas marinas protegidas.
Así mismo, el Invemar trabajado para establecer una red de áreas marinas protegidas que incluye zonas con arrecifes y otros ecosistemas estratégicos para Colombia. El trabajo ha tenido la colaboración del Ministerio de Medio Ambiente, de la Unidad de Parques Nacionales, de las corporaciones autónomas regionales, de universidades como la del Valle y Antioquia (sede Turbo), de organizaciones no gubernamentales e instituciones internacionales.
Rodríguez reconoce que todavía existen vacíos de información en algunas áreas remotas del archipiélago de San Andrés y providencia, como es el caso del: Banco Serranilla, Bajo Nuevo, y Bajo Alicia.
JAVIER SILVA HERRERA
REDACTOR DE EL TIEMPO
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